martes

Educación para adolescentes

por Isabel Menéndez Benavente




Hablemos ahora de nosotros. De los padres. ¿Qué hacer ante un hijo adolescente? ¿Debo ser autoritario, amigo?, ¿Debo consentir, prohibir?…

Los padres deberán " formarse" para afrontar esta etapa evolutiva. Deberán seguir las pautas de educación adecuadas para controlar y evitar el conflicto. Es importante que lean mucho sobre adolescencia. Al final del informe se dará una bibliografía sobre el tema. Lea libros sobre la adolescencia. Piense en su adolescencia. Espere cambios de humor en el hijo que normalmente es muy alegre y prepárese para más conflictos en el futuro que surgirán a medida que su hijo encuentre su lugar como persona. Los padres que saben lo que les espera pueden enfrentarse mejor a ello. Y cuanto más informados estén los padres, menor será el dolor

Es muy difícil conseguir  en estos años una buena relación… Yo diría que es utópico, pero siempre podremos paliar un poco las consecuencias de la crisis en nuestra comunicación  con ellos… Es evidente que con unos padres autoritarios , que toman ellos las decisiones unilateralmente los hijos serán incapaces de hacer nada porque siempre tendrán miedo, y si la rigidez ha sido mucha, lo más probable es que la crisis de oposición  del chico o la chica sea mucho más grave. No olvidemos que el temor y el miedo nunca han sido formativos. Debemos enriquecer  su personalidad  no anularla.

Aquellos que son superprotectores tampoco favorecen a los adolescentes que serán chicos tímidos, inseguros, incapaces de tomar decisiones, con un exceso de control paterno afectivo, que no es más que una forma de chantaje emocional.  “¿ te vas a ir? ¿ me dejas sola? Yo que siempre me sacrifiqué”....


El otro tipo de Padres permisivos o muy permisivos, igualitarios, hacen que casi no se distinga quien es quien. En realidad suelen ser padres inmaduros, que no asumen la responsabilidad de la educación, son despreocupados, negligentes, o con pocos recursos educativos… padres que por propia comodidad o por temor a ser impopulares ante sus hijos, mantienen actitudes de concesión constante. Ceden ante cualquier petición de los hijos. Esto es sin duda muy perjudicial, pues los niños crecerán sin patrones adecuados de conducta, no podrán identificarse con un modelo paterno, puesto  que son colegas, y no podrán enfrentarse al mundo con la responsabilidad y la formación adecuadas porque sus padres no la han tenido.


¿Cuál sería pues el tipo de padres que pueden educar sanamente a sus hijos?

¿Qué postura es la adecuada para un buen desarrollo psicológico, emocional e intelectual del adolescente?



Padres moderadamente autoritarios:

  • No se debe mandar hoy una cosa y mañana otra, con contradicciones porque evidentemente nos hará perder credibilidad
  • Cuando se toma una decisión  hay que mantenerla. Previamente hay que razonarla pero una vez tomada, deberemos mantenerla aunque cueste trabajo o sacrificio…
  • No se puede exigir a los hijos lo que no somos capaces de hacer. Mantener una congruencia  de vida, no podemos pedir orden si somos un desastre….
  • Se debe mantener el control. No dejarse llevar siempre por la ira, el enfado, puesto que nos puede llevar a dar órdenes que luego tendremos que corregir.
  • Ser tolerantes con las pequeñas cosas, (la ropa, el tatuaje, el pendiente.) y poder exigir en las fundamentales.
  • Mostrar interés por todas sus acciones. No exigir, dar órdenes y desaparecer de la escena, leer el periódico o marchar de casa, desatendiéndose del hijo.
  • Disponer de muchísima paciencia. No debemos olvidar que ellos tratarán de imponer sus criterios, aprovecharse de nuestras debilidades, debemos ser perseverantes, no claudicando nunca, y cuando nos veamos desbordados pedir ayuda a un profesional que nos oriente
  • Valorar todo lo bueno, lo responsable que sea, aunque sea minimamente, pues así será estimulado, procurando estar siempre para ver también lo que ha hecho bien, aunque sea su deber (como estudiar, o recoger su habitación) puesto que en esta crisis esto a él, al adolescente, le supone un esfuerzo.
  • Forman hijos con confianza en sí mismos, con altos niveles de autoestima e independencia. Valoran la autonomía.
  • Refuerzan la conducta disciplinada. Saben decir no.
  • Dan  los consejos adecuados, pero no imponiendo siempre su criterio.
  • Son padres, no amigos, pero no son inaccesibles.
  • Mantienen una comunicación amplia y pueden detectar problemas
Recetas para educar a un adolescente

Los tres ingredientes principales y básicos son empatíasentido común y sobre todo mucho, mucho amor: ponerse siempre en el lugar de su hijo,llegar a sentir como siente él ,( empatía ) tratar de ser lógico, no dejarse llevar por el dramatismo, ni por los demás, ser consecuente ( sentido común) , y sobretodo quererle, pero quererle… sin condiciones, ( amor, puro y duro, el más difícil pero el mejor, el amor a los hijos)

Otros ingredientes:

      Toneladas de:

- de información :

Informe a su adolescente y manténgase informado : La adolescencia es a menudo una época para experimentar y a veces esto incluye comportamientos arriesgados. No eluda los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco; conversar con su hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se vea expuesto a ellos aumenta las probabilidades de que su hijo actúe de forma responsable cuando llegue el momento.

     Kilos de:

-  de Respeto  a su privacidad:

Para algunos padres esto es algo muy difícil. Creen que todo  lo que hacen sus hijos es asunto suyo.

Si existen señales de alerta que indican que puede haber problemas, usted se podría ver obligado a invadir la privacidad de su hijo hasta que llegue al fondo del problema, pero de lo contrario, manténgase al margen.

Respete su espacio. El dormitorio de un adolescente y sus llamadas telefónicas , mensajes, emails, deben ser algo privado y no hay necesidad de compartan con uno de sus padres todas sus ideas o actividades.

         Kilos de…

- Supervisión pero sin tercer grado:


Todos los niños, adolescentes o no, requieren supervisión de los padres y usted tiene derecho a saber dónde estará su hijo y qué hace. Pero no espere que le dé todos los detalles ni que lo invite a ir con él/ella.


Establezca la costumbre de que explique con quien sale y donde se podríamos buscarle en caso de necesidad. Batería del móvil, contestarlo.


Respetar su intimidad y sus silencios, sin intentar hacerle hablar de algo que no quiera. No presionarlo y mantenerse receptivos para que el joven sepa que puede contar con el apoyo de los padres.

Mucha cantidad de…

- Escucha activa :  escuchar con atención lo que quieren explicarnos o preguntar. Cuando hable con él, concéntrese en lo que dice. Hágale alguna pregunta sobre lo que explica para demostrar que realmente se quiereenterar bien. Y sobretodo nunca diga “ ahora no tengo tiempo”.

Hablar también de lo que les interesa a ellos. Dar tiempo para abordar los temas que nos interesan a nosotros.

Una pizca de…

- establecer de antemano reglas apropiadas: Sepa ceder y ser flexible. Si su hora de llegada no es la que el quiere, trate de negociar. Si se porta bien,  el aumentar la hora de llegada puede ser un premio. Tenemos que fijar normas y límites pero a través del diálogo para que nuestros hijos acepten y asuman compromisos. Tenga previstas las sanciones

- Crítica + elogios .En primer lugar, la crítica y la corrección debe combinarse con el uso frecuente de elogios. Es decir, debes ser capaz de ver también lo que tu hijo hace bien y decírselo. Por muy desastre que te parezca tu hijo, seguro que tiene también valores positivos que debes esforzarte en reconocer.  Además es necesario corregircon mucho cariño. Por tanto la crítica debe ser  serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento. Cuidadosa, sin ironía, sin sarcasmo, como se corrige a un amigo.

Otro poco de…

- Tómarlos en serio, no tratarlos como seres inferiores que explican cosas de las que estamos de vuelta.

- No sermonear… No aprovechar  cualquier  ocasión para soltarles “el mismo rollo”.

- No hacer comparacionesEs importante evitar, tanto cuando se les haga propuestas como cuando se les censura, ponernos a nosotros mismos como modelos ("A tu edad yo...") o poner como ejemplo a otras personas ("Mira tu hermano como..."). Es injusto, ofensivo y un camino seguro para conseguir su animadversión. En todo caso compáralo con él mismo ("Seguro que lo conseguirás, como cuando hiciste...").


No se olvide de:

- Libertad  según responsabilidad .A mayor responsabilidad, mayor autonomía, y ante faltas de responsabilidad, restricciones de autonomía. Si le engaña o falta a sus compromisos, no le grite ni le riña. Explíquele con toda la calma de que sea capaz, que ha faltado a nuestra confianza, por lo cual tendrá menos autonomía hasta que demuestre que es digno de confianza …

- Explique siempre porqué. Siempre que pida a su hijo que haga algo, explique por qué se lo pide. No use expresiones como "porque lo digo yo" o "porque sí".

- No dude siempre. Deje que se explique. Dar crédito a lo que dice salvo cuando tenga evidencia de lo contrario

Espolvoree con…

- El perdón Usted puede perdonar y también pedir perdón, eso no le hace más pequeño ante sus ojos sino más grande

- Tiempo, para él, para los dos. El debe ser lo más importante. Compartan alguna actividad ( acompañarle a partidos, o actividades extraescolares, ver la fórmula uno, escuchar música, ir de compras, etc..meterse un poco en su mundo…)

- Compartir alguna preocupación personal con su hijo y pidiéndole su opinión (temas al alcance de su nivel madurativo: problemas de trabajo, de salud...) puede facilitar la comunicación entre ambos. 

Y el toque final para conseguir un buen resultado

Asegurarle nuestra cercanía y afecto incondicional, independientemente de sus logros y comportamiento. El adolescente también necesita sentirse seguro y querido por sí mismo. No de por supuesto que su hijo lo sabe, se puede expresar también físicamente cuanto le quiere ,con abrazos, o besos, independientemente de la edad que tenga. Especialmente : Quiérale… digáselo y demuéstreselo…

Recuerde que eso es lo único importante para que su hijo sea una persona feliz…y recuerde que ese tiene que sernuestro objetivo como padres…

¡¡¡ No lo olvide nunca!!!

En resumen

En fin, educar es por tanto ayudarles fomentando su independencia, su libertad, enriqueciéndolos sin anularlos, estando al lado, y no encima.

Con esta información sólo querría que quedara bien claro que la adolescencia  es esa edad en la que todos juramos  que seríamos distintos a nuestros padres, para acabar con el tiempo pareciéndonos y acercándonos absolutamente a ellos… esa edad en la que ustedes se reconocerán en estas frases:

· Miente respecto al colegio o pira.
· Deja la habitación como una pocilga.
· Quiere volver tarde.
· Tiene una actitud agresiva. Incluso amenaza o insulta.
· No hace más que ver la tele.
· No ayuda en casa.
· Siempre quiere estar solo
· Sé que bebe o fuma
· Está siempre en bares y discotecas.
· Exige continuamente cosas caras, de marca y tiene rabietas si no lo consigue…
· Quiere vestirse de la forma más rara del mundo
· Está apático, parece no importarle nada…

Bien, pues todos estos problemas, siempre que no se desborden como ya hemos visto, forman parte de su evolución, de su crisis de oposición, que como toda crisis es madurativa y cuya ausencia es patológica. Es decir es básica la rebelión contra la familia, puesto que ésta tiene que ser negada para que el adolescente llegue a la madurez real, por ello una hiperautoridad paterna que aplasta sistemáticamente todo intento de afirmación del adolescente o por el contrario la superprotección y el exceso de permisividad hacen que el adolescente no sepa a que atenerse y pueda por tanto complicarse su crisis hasta hacerse patológica y necesaria de tratamiento…

Para que esto no suceda es importante tener grandes dosis de amor, de paciencia, de comprensión y de recuerdos…. Quizás es por esto por lo que los padres no suelen comprender a sus hijos en esta edad, no se acuerdan. Por mi profesión trato continuamente con ellos, y he descubierto que me encantan. Creo que lo importante es volver la vista atrás…y recordar… no, no está tan lejos, sólo hay que recordar  las riñas con los padres por la hora de llegada, las amenazas de cortar  el teléfono, que en la actualidad puede ser desconectarlos de Internet, los suspensos, los novios, las copas de más, la responsabilidad de menos, el egoísmo de creer que el mundo era nuestro y que todo debería estar a nuestra disposición…recordarnos a nosotros mismos, como nos sentíamos, la  incertidumbre ante el futuro, el no saber bien quienes éramos, el cuestionar todos los valores de nuestros padres…. Es solo un ejercicio de memoria… no queda tan lejos… sólo hay que intentarlo….

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

  •  isabelmenendez.com
  • Un adolescente en casa: Consejos para disfrutar con la adolescencia de sus hijos Joan Carles Suris. Editorial. De Bolsillo
  • Un adolescente en mi vida: Manual práctico para la educación de los hijos.       D. Maciá. Editorial.Pirámide
  • 100 maravillosas formas de comprender a tu hijo adolescente Trudy Simpson Editorial: Troquel
  • Socorro! Tengo un hijo adolescente R.T Bayard y J. Bayard Editorial: Ediciones Temas de hoy


Isabel Menéndez Benavente

CLINICA DE PSICOLOGÍA




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El sol y el viento (Este cuento me lo contaba mi madre cuando era pequeña...)

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Es cierto que existen momentos en los que es muy difícil mantener el equilibrio, la presión y el estrés pueden conseguir hacer aflorar nuestro lado más bélico, por decirlo de alguna manera,exteriorizamos la agresividad que recibimos de nuestro entorno.
Y sin embargo, podemos estar convencidos que el poder de la paz y la bondad consigue mejores resultados en los seres humanos... Incontables son las historias, ficticias y reales, de personas que hacen cosas sorprendentes motivadas por sus nobles sentimientos. Meditemos al respecto:





El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte
El viento decía: ¿Ves aquel anciano envuelto en una capa ??
Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú.
Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento,
cada vez con más fuerza, hasta ser casi un ciclón,
pero cuanto más soplaba
tanto más se envolvía el hombre en la capa.





Por fin el viento se calmó y se declaró vencido.
Y entonces salió el sol
y sonrió benignamente sobre el anciano.
No pasó mucho tiempo hasta que el anciano,
acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa.





El sol demostró entonces al viento que la suavidad
y el amor de los abrazos son más poderosos
que la furia y la fuerza.







Dejemos pues que la bondad nos motive, y motivemos a los demás con ella, sobre todo a aquellos que reciben nuestras órdenes, que se vive mejor en un mundo en el que el afecto está presente, que en un mundo lleno de hostilidad. Contribuyamos con la paz, seamos agentes de paz.




motivalia.blogspot.com 

¡La bondad puede más!





Con AMOR todo cambia.





   Aprende a ser más grande... 
que el más grande de los obstáculos...  












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"Los niños no necesitan límites, sino normas y valores"



“Ni rabietas ni conflictos”, de Rosa Jové







Cuando un niño está enojado o irritable, lo que busca es satisfacer sus necesidades no cubiertas. Esas rabietas que a tantos padres desesperan no son sino las ideas propias del niño enfrentadas a los deseos de sus padres: no entiende lo que pasa, se ofusca y estalla emocionalmente. Conforme crece, estas rabietas se pasan pero los conflictos familiares siguen formando parte de la convivencia. 

Para Rosa Jové, con estas reacciones un niño camina hacia su independencia y la defensa de sus propias ideas. Se trata de una etapa que es preciso pasar y que los padres deben aceptar y entender, sin recurrir a los castigos, porque de lo contrario contribuirán a hacer crónico un problema que tiene fecha de caducidad.

La autora de Dormir sin lágrimas y La crianza feliz –ambos publicados con mucho éxito por esta editorial– va más allá y nos ofrece también soluciones definitivas para los
problemas de comportamiento hasta los 12 años. Y defiende, con sólidos argumentos, la idea que transmiten estas palabras: «Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite».

Exigir a los hijos lo que no les enseñamos
El castigo como fracaso del educador
Cómo prevenir los problemas de convivencia
Coherencia y empatía: bases de una crianza feliz
El respeto de la intimidad





Rosa Mª Jové Montanyola (Lleida, 1961), licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, está especializada en psicología clínica infantil y juvenil y en psicopediatría (bebés de 0 a 3 años). Igualmente es licenciada en Historia y Geografía con especialización en antropología de la crianza. Presidenta de la delegación de Lleida del Col.legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya y responsable del programa de salud materno-infantil de UNICEF en Lleida, es miembro fundador del grupo de psicólogos en emergencias y catástrofes de Cataluña, con más de treinta intervenciones, entre las que destacan las inundaciones de Biescas o los atentados del 11-M. Desde 1994 es la responsable del gabinete de psicología del Centro Médico CMS en Lleida, pero dada la avalancha de niños con problemas del sueño abrió consulta también en Barcelona. Actualmente está estudiando la posibilidad de hacerlo en Madrid.


lunes

Educar en las emociones..

Les enseñamos a montar en bicicleta y a comer con cubiertos... Nos preocupamos por su destreza matemática y su nivel de inglés... ¿Y de sus emociones? ¿Nos ocupamos de que los niños distingan si están tristes o enfadados, de que puedan expresar su rabia o su rechazo sin dañar a otros?

Portada del suplemento Estilos de Vida del sábado 1 de enero de 2011

“Los padres nos preocupamos como nunca de que nuestros hijos estén preparados para una sociedad competitiva: controlamos que el sistema educativo les proporcione un buen desarrollo cognitivo y los apuntamos a todo tipo de extraescolares y de actividades complementarias para conseguir que los niños sean más inteligentes, más eficaces; en cambio, damos muy poca importancia a su aprendizaje emocional y este es fundamental, porque sin equilibrio emocional nuestro hijo no será feliz, ni le veremos triunfar en su vida, por muy preparado que esté”. La reflexión es de Purificación Sierra,
profesora de Psicología del Desarrollo de la Uned, pero resume bien el sentir de muchos psicólogos, pedagogos, maestros y educadores en general, que con frecuencia expresan su inquietud por la escasa atención que se presta en muchas familias a la educación emocional de los niños.

Cristina Gutiérrez ha visto pasar por la granja escuela que dirige en Santa María de Palautordera (Barcelona) a más de 10.000 niños y niñas de todas las edades, y asegura que le preocupa ver que cada vez llegan más con evidentes problemas emocionales. “Nos llegan muchos niños con poca autoestima, que sienten que sus vidas no les pertenecen, fruto de la sobreprotección de sus familias, y también vemos muchos con problemas emocionales y de relación porque en casa viven incomunicados, volcados en la consola y el ordenador, esperando a que lleguen sus padres de trabajar para cenar delante del televisor y regresar a su isla”, comenta. Y apunta que estos problemas se concretan en niños de 8 y 9 años que no saben bajar escaleras, o en malos hábitos alimentarios, como una niña que llegó con siete fuets en la mochila para pasar el fin de semana de colonias porque no le gusta ni come nada más. “Con su sobreprotección, los padres dejan a sus hijos desprotegidos para afrontar la vida, con unas carencias emocionales muy importantes”, asegura Gutiérrez, que hace cuatro años decidió reorientar todas las actividades de la granja escuela en aras de la educación emocional: desde enseñar a los niños a identificar y verbalizar sus emociones, hasta aprender a controlar sus miedos, a canalizar sus enfados o a relacionarse con otros.

Cabría pensar que las emociones se aprenden solas, a fuerza de sentirlas, pero parece que no siempre es así, y que el equilibrio emocional requiere algunas enseñanzas y, sobre todo, mucho entrenamiento. “El conocimiento de las emociones se aprende a través de las experiencias de la vida: si hay una tormenta o siente una amenaza, el niño tiene miedo; si sufre una pérdida, está triste; pero cada uno reacciona emocionalmente de forma distinta, porque no nos emociona lo que ocurre sino cómo interpretamos lo que ocurre”, explica Antonio Vallés, profesor de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante y autor de La inteligencia emocional de los hijos. Cómo desarrollarla (EOS Gabinete de Orientación Psicológica) y La inteligencia emocional de los padres y de los hijos (Pirámide), entre otros libros. Y es en esa interpretación de lo que ocurre, de lo que sentimos y de cómo reaccionamos ante ello en la que los padres tienen mucho que hacer con miras a la formación emocional de sus hijos. "A medida que los niños van desarrollando las emociones no saben lo que les pasa; pueden aprenderlo de forma natural, por experiencia, pero también podemos ayudarles y alentar ese desarrollo etiquetando sus emociones, enseñándoles a distinguir cuando están enfadados de cuando están tristes; y está demostrado que si los padres ayudan, los niños se relacionan mejor y entienden mejor lo que les pasa", asegura Purificación Sierra.

Etiquetar los sentimientos Porque el primer paso en el aprendizaje emocional es lo que los expertos llaman conciencia emocional: saber identificar las emociones en uno mismo y en los demás y ser capaz de expresar lo que se está sintiendo con palabras.Yeso, en el caso de los niños, significa enseñarles a comprender qué emociones tienen en cada situación, si son adecuadas para relacionarse con los demás y para sentirse bien, pero también dotarlos de vocabulario suficiente para expresarlas. Las seis emociones básicas, que se reconocen fácilmente por su expresión facial –alegría, tristeza, miedo, enfado, sorpresa e ira–, han de ir completándose, a medida que los niños crecen, con otras etiquetas emocionales que permitan definir con exactitud qué emoción, sentimiento o estado de ánimo tienen. Felicidad, satisfacción, optimismo, tranquilidad, calma, buen humor, euforia o júbilo pueden permitir expresar diferentes grados y percepciones de la alegría; como molestia, irritación, celos o furia pueden expresar enfado; o preocupación, temor, nerviosismo, horror y pánico pueden servir para concretar el miedo.

Y no menos importante que enseñar a los hijos a poner nombre a lo que sienten es dejarles que lo expresen, que en casa puedan llorar si están tristes o contar que alguien les cae mal sin que se les censure y sin que se reste importancia a aquello que les pasa. “Si se sienten incomprendidos, si les decimos que no pasa nada, que lo que les ocurre es una tontería, no lo expresarán más”, advierte Sierra.

Controlar y socializar las emociones Pero que no haya que censurar al niño porque está enfadado o triste, que no haya que negar las emociones, no quiere decir que haya que dejar que las exprese de cualquier manera. “No se trata de decir al niño que expresa su ira dando una patada que no tiene que enfadarse; hay que explicarle, cuando se calme, que enfadarse es normal, que nos pasa a todos, pero que ha de controlar su impulsividad y buscar otras vías de expresar su rabia sin dañar a otros”, afirman los expertos consultados. Cristina Gutiérrez explica que, en La Granja, los animan a liberarse de la rabia yendo a correr o a chillar al patio, dando patadas al balón o golpes a un saco de boxeo.

La psicóloga Purificación Sierra enfatiza que el comportamiento emocional tiene mucho de social y por eso hay que enseñar a los hijos a regularlo. “Se acepta que un niño llore al dejarlo en la guardería o en su primer día de colegio, pero no que lo haga cada día con cinco años; también admitimos que de pequeños expresen su desagrado si un regalo no les gusta, pero si crecen diciendo siempre lo que piensan y sienten, resultarán conflictivos; por eso hay que desarrollar su empatía y enseñarles a regular sus comentarios para que no hagan daño a quien les regala con ilusión”, ejemplifica. Antonio Vallés da algunas pautas para enseñar a regular las emociones negativas de enfado, miedo y tristeza: “Expresar el enfado de manera inteligente y socialmente adecuada exige controlar las rabietas y respuestas agresivas sustituyéndolas por conductas verbales que expresen el estado de ánimo pero sin alterarse demasiado y respetando a los demás; las respuestas de miedo y enfado deben regularse mediante la relajación, la respiración y el cambio de pensamiento; si aprendemos a relajarnos, a darnos cuenta de cuándo empezamos a enfadar nos o a asustarnos y respiramos profundamente, nos autohablamos (debo tranquilizarme, es mejor que me calme, etcétera), estamos gobernando nuestras emociones y evitaremos que nos alteren y descontrolen”.

Rafael Bisquerra, director del máster en Educación Emocional de la Universitat de Barcelona (UB), considera que la clave de la regulación emocional es encontrar el equilibrio entre el descontrol propio de la impulsividad del organismo (una emoción es una respuesta neurofisiológica) y la represión. Y advierte que encontrar ese punto intermedio no es fácil, requiere entrenamiento y, sobre todo, un buen equilibrio emocional de los padres. “No puedes pedir a tu hijo que controle su ira gritándole; que él esté descontrolado, que grite, no nos autoriza a descontrolarnos nosotros; y eso, que es fácil de decir y entender, es muy difícil de aplicar, porque para tolerar sus gritos con cierta impasibilidad hay que tener autonomía emocional, no dejarnos arrastrar por las emociones de los otros o del entorno, y ser capaz de relacionarnos de forma positiva”, explica Bisquerra. En su opinión, desarrollar las competencias emocionales propias y de los hijos es cuestión de entrenamiento, como tocar en una orquesta o jugar en un equipo de fútbol, y resulta fundamental para poder relacionarse con los hijos, especialmente durante la adolescencia. “Los padres con hijos adolescentes se enfrentan a una tensión continua donde el chaval tiene una gracia especial para decir todo aquello que provoca una reacción visceral en los padres, y estos han de poder regularse para no ponerse al mismo nivel, para mantener los límites con cariño y responder a los ataques iracundos con el amor y no con más ira”, relata.

También el profesor Vallés cree que los padres han de prestar especial atención a los estados de ánimo de los hijos adolescentes porque los cambios psicológicos, biológicos y sociales que viven en esas etapas les producen nuevas emociones que deben aprender a identificar, expresar y regular. “Los padres deben mostrarse especialmente comunicativos, dispuestos a escuchar sin censurar y a ayudar, porque eso contribuye a disminuir la intensidad de un estado de tristeza, desánimo, temor o inquietud; hay que afrontar sus conductas de descontrol y sus respuestas irascibles con una actitud empática, enseñándoles calma, sosiego y haciéndoles comprender que lo que piensan cuando están enfadados es diferente de lo que pensarían en una situación de calma y tranquilidad”, indica.

Claro que, para poder actuar así, los padres han de saber regular bien su ansiedad y su ira. “Está claro que no es fácil, pero las consecuencias de no preocuparse por la formación emocional son tan graves, que vale la pena intentarlo”, remarcan los especialistas consultados. Bisquerra apunta que la falta de formación emocional se traduce en una impulsividad descontrolada y en una baja tolerancia a la frustración, “unas condiciones que, cuando coinciden con una inteligencia media baja, dan lugar a unas relaciones explosivas entre padres e hijos –sobre todo en la adolescencia–, y predisponen a actitudes de riesgo como el consumo de drogas, embarazos no deseados, conducción temeraria, violencia de género, depresión...”Como modificar el nivel de inteligencia es complicado, el director del máster en Educación Emocional de la UB considera que la mejor forma de prevenir todos esos problemas es desarrollar competencias emocionales para controlar la impulsividad y aumentar la tolerancia a la frustración.

Antonio Vallés cree que el esfuerzo de los padres para mejorar el comportamiento de los hijos acostumbra a centrarse en las normas de conducta y la disciplina “y, sin embargo, el conocimiento de las emociones y sentimientos de los hijos puede ayudar mucho a la comprensión de uno mismo y también a entender las causas de sus conductas”.








A todo este asunto de los hijos hay que dedicarle tiempo, mucho tiempo..¡Ellos lo valen!


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Los Padres Perfectos no Existen ni en Sueños.

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¿Alguna vez se a puesto a pensar o se ha preguntado, cómo es una familia feliz? ¿No?... Bueno, pues el Centro Médico del Hospital Infantil de Akron, en Ohio, creó un programa para estudiar la vida familiar en su mejor expresión, en decir, así sería "Una Familia Feliz", según éste nosocomio.
Los investigadores pidieron a maestros distinguidos de todo Estados Unidos que identificaran a 100 familias "excepcionales", cuyo miembros parecieran especialmente amorosos, generosos y respetuosos entre si. Luego, se entrevistó a las familias para determinar que factores contribuyen a que la infancia y la paternidad constituyen experiencias gratificantes.
El análisis de las entrevistas reveló algo importante: "No hay padres perfectos"; de hecho, ninguno se acerca siquiera a la perfección. Muchos admitieron sin reservas que con frecuencia eran incongruentes, cometían, errores de juicio y tenían respuestas desproporcionadas .Cuando se le preguntó: ¿Ha fallado usted alguna vez como madre?, Kathy Anderson, madre soltera de dos hijos y poseedora de dos maestrías, respondió simple y llanamente: "Todos los días".
Lo que se observó una y otra vez, fue la existencia de cuatro realidades de la paternidad cuya aceptación hace más fácil, más satisfactoria y mucho más divertida la crianza de los hijos.
Es imposible hacer todo bien
Por supuesto nos esforzamos por dar lo mejor a nuestros hijos. Sin embargo,
hay un punto en el que la búsqueda de la perfección disminuye nuestra eficacia, pues nos hace sentir incompetentes y culpables. Los padres felices hicieron hincapié en que los errores son un aspecto natural y necesario del proceso de maduración. "Todos los padres fallamos en un momento u otro", dijo uno de ellos. "Hay momentos en los que deberíamos confiar en nuestros hijos y no lo hacemos, o en los que convendría estimularlos y lo pasamos por alto. Pero somos humanos, y a veces debemos ser menos exigentes con nosotros mismos".
Es obvio que ciertas conductas la negligencia, el favoritismo o las reconvenciones humillantes- son inadecuadas. Pero gran parte de lo que los padres consideran errores no lo son. Por ejemplo: no lo es criticar a la hija porque dejó abierta la puerta del refrigerador, o castigar equivocadamente al hijo porque pasó con su triciclo sobre los arriates de flores cuando en realidad lo hizo el hijo del vecino. Esas decisiones se toman pensando en el bienestar del niño. Los errores cometidos de buena fe por padres amorosos pueden hacerle la vida un poco más difícil a los hijos por un breve período, pero no producen daños emocionales. Es inútil mirar hacia atrás... o hacia adelante.
La crianza de los hijos es una tarea que se realiza sobre la marcha. Cada día exige hacer juicios y tomar decisiones adecuadas al momento, aunque no se disponga de toda la información. Por eso, los padres felices recomiendan vivir en el presente, y no mirar hacia atrás, como no sea para aprender, ni hacia adelante, salvo para planear. Mirar hacia el pasado sintiéndose culpable por una conducta que no dio buenos resultados, agota las energías que tanto necesitamos para encarar el presente, además de que ya no podremos cambiar lo hecho ó dicho.
Mirar hacia el futuro con temor puede generar angustia, pues lleva a esperar acontecimientos negativos que por lo general, no ocurren. Una forma de criar a los hijos anticipando su porvenir consiste en hacer interpretaciones exageradas de su comportamiento. Supongamos que su hijito de cuatro años robó un cochecito en la juguetería. ¿Significa eso que de grande será ladrón? ¡Claro que no! Pocas de las travesuras de un niño permiten augurar algo sobre su futuro; más bien, son parte del proceso de crecimiento.
No siempre se goza de la simpatía filial. Todos los niños detestan a sus padres en ocasiones. Esta es una realidad de la paternidad sana. Los padres responsables toman sus decisiones pensando en el bienestar a largo plazo de sus hijos aunque estos no comprendan que hacemos las cosas por su bien. No importa cuán alto fuera el concepto en que un niño los tuviera, su opinión cambiaba en dos oportunidades: cuando lo disciplinaban y durante la adolescencia. "Si mi instinto me advertía que no debía permitir que mis hijos hicieran algo, sin que tuviera forzosamente una razón en que apoyarme, se enfurecían conmigo", dijo tinto me advertía que no debía permitir que mis hijos hicieran algo, sin que tuviera forzosamente una razón en que apoyarme, se enfurecían conmigo", dijo una madre. "Me acusaban de no comprenderlo. Pero prefiero que se molesten conmigo antes que permitirles hacer algo que no considera bueno para ellos".
No hay que tomar demasiado en serio la paternidad. "Una de las mejores maneras de ser padres más felices consiste en reconocer que nada de lo que está sucediendo es tan grave como parece", dijo una madre de tres hijos. Aun cuando la paternidad posiblemente sea la ocupación más importante de la vida, también es la más divertida. Si nos fijamos bien, encontraremos una chispa de humorismo en alguna parte. Durante una rabieta de su hijita, que apenas aprendía a andar, una madre se tiró al suelo y se puso a imitar cada uno de los movimientos de la niña, hasta que las dos rompieron a reír a causa de lo ridículas que las dos se veían.

Los Padres Perfectos




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