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¿Alguna vez se a puesto a pensar o se ha preguntado, cómo es una familia feliz? ¿No?... Bueno, pues el Centro Médico del Hospital Infantil de Akron, en Ohio, creó un programa para estudiar la vida familiar en su mejor expresión, en decir, así sería "Una Familia Feliz", según éste nosocomio.
Los investigadores pidieron a maestros distinguidos de todo Estados Unidos que identificaran a 100 familias "excepcionales", cuyo miembros parecieran especialmente amorosos, generosos y respetuosos entre si. Luego, se entrevistó a las familias para determinar que factores contribuyen a que la infancia y la paternidad constituyen experiencias gratificantes.
El análisis de las entrevistas reveló algo importante: "No hay padres perfectos"; de hecho, ninguno se acerca siquiera a la perfección. Muchos admitieron sin reservas que con frecuencia eran incongruentes, cometían, errores de juicio y tenían respuestas desproporcionadas .Cuando se le preguntó: ¿Ha fallado usted alguna vez como madre?, Kathy Anderson, madre soltera de dos hijos y poseedora de dos maestrías, respondió simple y llanamente: "Todos los días".
Lo que se observó una y otra vez, fue la existencia de cuatro realidades de la paternidad cuya aceptación hace más fácil, más satisfactoria y mucho más divertida la crianza de los hijos.
Es imposible hacer todo bien
Por supuesto nos esforzamos por dar lo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, hay un punto en el que la búsqueda de la perfección disminuye nuestra eficacia, pues nos hace sentir incompetentes y culpables. Los padres felices hicieron hincapié en que los errores son un aspecto natural y necesario del proceso de maduración. "Todos los padres fallamos en un momento u otro", dijo uno de ellos. "Hay momentos en los que deberíamos confiar en nuestros hijos y no lo hacemos, o en los que convendría estimularlos y lo pasamos por alto. Pero somos humanos, y a veces debemos ser menos exigentes con nosotros mismos".
Por supuesto nos esforzamos por dar lo mejor a nuestros hijos. Sin embargo, hay un punto en el que la búsqueda de la perfección disminuye nuestra eficacia, pues nos hace sentir incompetentes y culpables. Los padres felices hicieron hincapié en que los errores son un aspecto natural y necesario del proceso de maduración. "Todos los padres fallamos en un momento u otro", dijo uno de ellos. "Hay momentos en los que deberíamos confiar en nuestros hijos y no lo hacemos, o en los que convendría estimularlos y lo pasamos por alto. Pero somos humanos, y a veces debemos ser menos exigentes con nosotros mismos".
Es obvio que ciertas conductas la negligencia, el favoritismo o las reconvenciones humillantes- son inadecuadas. Pero gran parte de lo que los padres consideran errores no lo son. Por ejemplo: no lo es criticar a la hija porque dejó abierta la puerta del refrigerador, o castigar equivocadamente al hijo porque pasó con su triciclo sobre los arriates de flores cuando en realidad lo hizo el hijo del vecino. Esas decisiones se toman pensando en el bienestar del niño. Los errores cometidos de buena fe por padres amorosos pueden hacerle la vida un poco más difícil a los hijos por un breve período, pero no producen daños emocionales. Es inútil mirar hacia atrás... o hacia adelante.
La crianza de los hijos es una tarea que se realiza sobre la marcha. Cada día exige hacer juicios y tomar decisiones adecuadas al momento, aunque no se disponga de toda la información. Por eso, los padres felices recomiendan vivir en el presente, y no mirar hacia atrás, como no sea para aprender, ni hacia adelante, salvo para planear. Mirar hacia el pasado sintiéndose culpable por una conducta que no dio buenos resultados, agota las energías que tanto necesitamos para encarar el presente, además de que ya no podremos cambiar lo hecho ó dicho.
Mirar hacia el futuro con temor puede generar angustia, pues lleva a esperar acontecimientos negativos que por lo general, no ocurren. Una forma de criar a los hijos anticipando su porvenir consiste en hacer interpretaciones exageradas de su comportamiento. Supongamos que su hijito de cuatro años robó un cochecito en la juguetería. ¿Significa eso que de grande será ladrón? ¡Claro que no! Pocas de las travesuras de un niño permiten augurar algo sobre su futuro; más bien, son parte del proceso de crecimiento.
No siempre se goza de la simpatía filial. Todos los niños detestan a sus padres en ocasiones. Esta es una realidad de la paternidad sana. Los padres responsables toman sus decisiones pensando en el bienestar a largo plazo de sus hijos aunque estos no comprendan que hacemos las cosas por su bien. No importa cuán alto fuera el concepto en que un niño los tuviera, su opinión cambiaba en dos oportunidades: cuando lo disciplinaban y durante la adolescencia. "Si mi instinto me advertía que no debía permitir que mis hijos hicieran algo, sin que tuviera forzosamente una razón en que apoyarme, se enfurecían conmigo", dijo tinto me advertía que no debía permitir que mis hijos hicieran algo, sin que tuviera forzosamente una razón en que apoyarme, se enfurecían conmigo", dijo una madre. "Me acusaban de no comprenderlo. Pero prefiero que se molesten conmigo antes que permitirles hacer algo que no considera bueno para ellos".
No hay que tomar demasiado en serio la paternidad. "Una de las mejores maneras de ser padres más felices consiste en reconocer que nada de lo que está sucediendo es tan grave como parece", dijo una madre de tres hijos. Aun cuando la paternidad posiblemente sea la ocupación más importante de la vida, también es la más divertida. Si nos fijamos bien, encontraremos una chispa de humorismo en alguna parte. Durante una rabieta de su hijita, que apenas aprendía a andar, una madre se tiró al suelo y se puso a imitar cada uno de los movimientos de la niña, hasta que las dos rompieron a reír a causa de lo ridículas que las dos se veían.
Los Padres Perfectos
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yo me equivocado mucho como padre he tenido errores pero voy a cambiar por mi hija y por cometter menos errores en la vida te quiero mucho hija a.d.r.v
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