domingo

Un hijo no se va del todo mientras que su madre lo sigue queriendo...



Ser madre es…

Sentir un día tu vientre como tierra fecunda anegada.

Descubrir con asombro que un ser nuevo te crece por dentro.

Es reír. Es cantar. Es oír sus latidos y, amorosa, decirle muy quedo: -Hijo mío, descansa tranquilo que tu madre vigila tu sueño.

Y es soñar. Soñar para él mil locuras: "¡Ministro ha de ser! ¡Qué digo ministro! ¡Príncipe lo menos!¡El más guapo, el más listo, el más fuerte, el más bueno de todos los hombres!”

Es sentir desgarrar tus entrañas cuando el hijo se asoma a la vida.

Escuchar su llanto primero y gritar exhausta: - ¡Hijo! ¡Hijo de mi alma! ¡Mi gloria! ¡Mi cielo!

Es tomarlo en brazos, acercarlo a tus labios, besarlo muy suave porque tienes miedo de quebrar su cuerpo.

Es notarte henchida cuando posa su boca en tus senos.

Es velar, es sufrir, es llorar al pie de la cuna cuando no está bueno.

Es reír sus gracias. Sostener, temblando, sus pasos inciertos.

Es verlo crecer. Arroparlo, mimarlo. Contemplar arrobada su sueño.

Comprarle un juguete.

Contarle cien veces el cuento que tanto le gusta.

Estrecharlo muy fuerte en tus brazos y ahuyentar sus miedos.

Sorprenderte al notar de repente que se ha vuelto un hombre.

Comprender que el amor ha salido a su encuentro.

Amarrar fuertemente tus manos que, inconscientes, se alargan para retenerlo, y decirle: -Márchate hijo mío y vuelve cuando quieras, que yo, noche y día en casa te espero.

A veces, ser madre es ver cara a cara a la muerte que aprisiona a tu hijo en sus garras.Presenciar impotente su lucha.
Comprender, desolada, que ha salido vencido en el duelo.
Y entonces, ser madre es sentir que el dolor, como fiera rabiosa, desgarra tu pecho.Es querer morir...¡Morir! ¡Morir! ¡Morir!Y de pronto, apretar los puños y...
¡Seguir viviendo!
Porque un hijo no se va del todo mientras que su madre lo sigue queriendo


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