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CONFLICTO GENERACIONAL





1) “Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres de mala manera y elevan la intensidad de su voz. ”

2) “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esta juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente desquiciada.”

3) “Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos.”

4) “Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son apáticos y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura.”

Después de enunciar las cuatro citas, el Dr Gibson, observaba cómo gran parte de la concurrencia aprobaba cada una de las frases.
Aguardó unos instantes a que se acallaran los murmullos de la gente comentando lo expresado y entonces reveló el origen de las frases, diciendo:

- Señores y señoras, estas frases que han escuchado no me pertenecen. Sus autores son:



Primera frase: Sócrates (470 - 399 AC)
Segunda frase: Hesíodo (720 AC)
Tercera frase: sacerdote politeísta (2.000 AC)
Cuarta frase: estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.

Y ante la perplejidad de los asistentes, concluyó diciéndoles:


Por lo tanto, Señoras madres y señores padres de familia: ¡RELÁJENSE, QUE LA COSA SIEMPRE HA SIDO ASÍ…





La oración del padre.





Padres buenos hay muchos; buenos padres, hay pocos. No es difícil ser un padre bueno; en cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre. 
-- Anónimo--

Y precisamente pensando en lo difícil que es ser buen padre y en la ayuda que a veces se necesita para poder serlo, a continuación les transcribimos este inspirado pensamiento de autor anónimo titulado:

“Oración de un Padre”

Ayúdame, Señor, a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme y a responderles todas sus preguntas con amabilidad. Evítame que los interrumpa, que les dispute o contradiga.


Hazme cortés con ellos para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores y de pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta. 


Impídeme que lastime los sentimientos de mis hijos. Prohíbeme que me ría de sus errores o que recurra a la afrenta y a la mofa como castigo. No me permitas que induzca a mis hijos a mentir y a robar. Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad.


Modera, te ruego, la maldad en mí. Evítame que los incomode y cuando esté malhumorado, ayúdame Dios mío, a callarme ante insignificantes cosas y que sin razón me llenan de ira. Hazme ciego ante los pequeños errores de mis hijos y auxíliame a ver y alabar las cosas buenas que ellos hacen.


Ayúdame a tratar a mis hijos como niños de su edad y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos, facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones. Opónte a que los castigue para satisfacer mi egoísmo. Socórreme para concederles todos los deseos que sean razonables y apóyame para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño.


Hazme justo y ecuánime, considerado y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientan hacia mí, no sólo condescendencia, sino verdadera estimación. Hazme digno, Señor, de que sea amado e invitado con mis hijos. 


El padre no es solamente el que hace un hijo, es aquel que se preocupa por lo que su hijo siente y hace. Cuando el hijo ya crece, la responsabilidad ahí no termina, el padre sigue con sus sabios consejos, haciéndole sentir el gran amor que le tiene y apoyándolo para que pueda salir adelante.¡¡Eso es ser padre!!...


elaviso.com/





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Educar . Templar el alma



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Educar no es dar carrera para vivir sino templar el alma para las dificultades de la vida. 

(Pitágoras) 


¿Qué deseamos los padres para nuestros hijos? 

Que sean felices 
Que sean personas responsables 
Que tomen decisiones acertadas 
Que se conviertan en adultos independientes 
Nuestros adolescentes son vulnerables (como también lo fuimos nosotros) y necesitan sentirse aceptados en un momento de sus vidas en el que se hacen muchas preguntas para las que no encuentran respuesta. En esta etapa, además, se sienten tremendamente incomprendidos por sus padres que han pasado de ser superhéroes a casi enemigos. 

Quieren ser independientes pero se encuentran totalmente desorientados. Necesitan vivir intensamente su presente a la vez que diseñan su futuro. 

Se comen el mundo, necesitan conocer, experimentar y no siempre escogen caminos recomendables. Lo que no significa que no puedan equivocarse ya que casi es la única manera de aprender. 

Educando con coaching conseguiremos desarrollar la autoconfianza para que sean capaces de tomar decisiones, asumir responsabilidades y expresar sus puntos de vista por impopulares que sean defendiendo lo que consideran correcto. 

RALPH EMERSON dijo: La confianza en sí mismo es el primer secreto al éxito. 

El coaching es un proceso que los dota de herramientas para gestionar sus emociones, especialmente el miedo (por todos conocido). El miedo es una emoción que se esconde detrás de cada incertidumbre, detrás de cada indecisión. Enseñémosles a reconocer sus emociones y a gestionarlas, a que conozcan sus recursos, sus capacidades y sus limitaciones. Hay que ejercitarles para que sean capaces de tomar sus propias decisiones por insignificantes que parezcan: Tostadas o cereales para desayunar. Nosotros, los padres debemos permitir que se equivoquen, aunque nos duela, al igual que nos dolía verles caer cuando comenzaban a caminar. Asimismo, aceptaremos un NO por respuesta porque esa negativa en una forma de decidir. 


Thomas Edison estaba inventando la bombilla. Después de “fracasar” muchísimas veces hasta encontrar el material adecuado para el filamento, antes de que terminara triunfando con el tungsteno, un amigo le preguntó: 

- No te desanimas con tantos fracasos? 

Y él respondió: 

- No son fracasos, son revelaciones que me están reflejando cual tiene que ser mi próximo paso.


Dediquémosles el esfuerzo y el tiempo que necesitan para que descubran sus propias pasiones, para que diseñen su camino. ¿No creen que es algo sumamente importante como para dejarlo al azar? 


Probablemente Vds. hayan pasado por varios bancos en busca de la mejor hipoteca; hayan visitado casas y casas hasta descubrir la ideal; hayan ido a diferentes concesionarios antes de decidirse por un modelo concreto de coche; y quizás invierten tiempo y esfuerzo en acudir a distintos supermercados en busca de la MEJOR oferta, y/o el MEJOR precio. 

¿El futuro de nuestros hijos, de tus hijos, merece menos? 

¿Debemos dedicarles tiempo y recursos? 

La reflexión está sobre la mesa; la respuesta en cada uno de nosotros, de vosotros.





thesecretlarevista.com/es


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coachingparacambio.blogspot.com




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Excusas para pegar a mi hijo


La idea de hacer esta entrada surgió a partir de un artículo publicado en Noviembre de 2010 en EL PAÍS sobre el uso de los cachetes titulado “El cachete duele, pero no funciona” y de otros similares que podéis encontrar aquí y aquí. En ellos se citan estudios que constatan los efectos negativos del uso de los cachetes y se denuncia la excesiva permisividad hacia la violencia ejercida contra los niños que aún hoy en día se da en nuestra sociedad. No obstante, lo que me llevó a escribir esta entrada (dividida en varias partes) fue el exagerado y alarmante número de comentarios que defendían sin tapujos el uso de la agresividad y la coacción en la crianza. Más del 80% de los comentarios eran de padres que justificaban de alguna manera el uso de los cachetes en la educación de sus hijos.

 Hay que aclarar que, desde 2007, el Código Civil dejó fuera la bofetada como opción educativa. La votación del Consejo de los Diputados fue de 184 a 162, con los votos a favor de los partidos liberales y en contra de los conservadores. Dudo que esto implique algún cambio a nivel práctico, sobre todo si tenemos en cuenta que un juez de familia de Sevilla opina que “si un niño pequeño va a electrocutarse con un enchufe y se le da un cachete en el culo, eso es aceptable. Otra cosa es causarle un daño físico o psicológico (…) Nadie en su sano juicio va a denunciar a un padre por dar un cachete suave a un niño”. No es, pues, una cuestión de leyes, sino de educación y abandonos primarios.

 Desde hace bastantes años y tras muchas experiencias vividas en este sentido, soy consciente de que es imposible o, cuando menos, infructuoso tratar este tema cara a cara con la mayoría de estas personas. En cuanto comienzan a oír argumentos contrarios a su proceder, se cierran en banda y empiezan a gritar o a insultar. No se puede argumentar con alguien que está totalmente cerrado y no quiere o, tal vez, no desee escuchar.
azote Dejando a un lado las aspiraciones de que esto convenza a algún maltratador, me dispongo a analizar las diferentes excusas falaces que dan para pegar a sus hijos, desmontando cada una de ellas desde mi experiencia como psicólogo con cientos de pacientes, apoyado por otros muchos expertos de todo el mundo que denuncian la violencia en la infancia y por todas las evidencias científicas de los últimos años que demuestran los terribles efectos del maltrato infantil a corto y a largo plazo.
 Quizás, esta serie de entradas os pueda servir para comprender mejor la manera de pensar de los que defienden el cachete. Los que ya conocéis el blog, sabéis que mi opinión es que necesitarían hacer un trabajo profundo de introspección para comprender su propia infancia y cuestionarse el modelo educativo violento que ellos también sufrieron de pequeños.
 En cada uno de los argumentos, os pondré un par de ejemplos de lo que dicen estos padres para que podáis haceros una idea. Aunque alguna frase os pueda sorprender, los textos que van entre comillas son frases reales de comentarios recopilados en distintos blogs.
 Antes de empezar, no puedo resistirme a copiaros este testimonio que me parece un perfecto resumen de todo lo que comentaremos después:
 “A mí me dieron alguna torta bien dada a tiempo y no estoy traumatizada ni mucho menos, lo que estoy es agradecida de que me educaran y no me dejaran salirme con la mía. Sin embargo veo a mi prima, que con 8 años cuando quiere algo se pone a llorar y lo único que acierto a decir es” que ostia te daba en toda la cara para que llorases por algo“, por eso a mí me respeta y a sus padres les torea. Los niños no entienden, son animales, y aprenden como ellos con dolor (ojo, hablamos siempre de una torta, no de una paliza)”
 Veamos ahora, punto por punto, los argumentos que esgrimen los defensores del cachete correctivo.

-Tono agresivo y absolutista en la manera de escribir.
 “Hace falta ser imbécil para decir que un bofetón a tiempo no consigue nada.”
 “A el elemento que firma el artículo, se conoce que no le dieron un par de leches por escribir tontunas en su momento y como todo, las tontunas de su infancia se han convertido en estupideces en su madurez.”
 Lo primero que llama la atención al leer estas justificaciones del cachete es el tono tremendamente violento que utilizan para argumentar. Además, el desprecio, la descalificación y el insulto, suelen jalonar con frecuencia su discurso. No tienen ninguna intención de reflexionar o cambiar, las cosas son así porque ellos lo dicen y el que piense lo contrario está equivocado. En todos los comentarios hay un aroma a dictadura que espanta.
 Lo paradójico, como veremos más adelante, es que estas personas se autocalifican como las más educadas y respetuosas del mundo. Según ellos, estas “extraordinarias” condiciones morales las adquirieron ¡por supuesto! gracias a los azotes que recibieron de sus padres. Desde luego, sin lugar a dudas, este es un hecho harto improbable ¿cómo a través de la agresividad se puede enseñar educación y respeto? En realidad, lo único que aprende un niño bajo coacciones físicas es a reprimir la propia personalidad por miedo al castigo y a repetir ese mismo patrón de agresividad en cuanto empiece a tratar con individuos más débiles. No son personas educadas, son sujetos reprimidos y enormemente resentidos. Su tono agresivo al escribir habla por ellos.
 Siguiendo con los comentarios, veremos cómo algunos asustan por el tono amenazante que emplean. ¿Cómo debe ser crecer en un entorno así? ¿Cómo lo vivirán los hijos de estas personas? Yo lo veo cada día en la consulta e, imagino, que muchos de vosotros lo habréis sufrido en primera persona.
  
- El cachete no es maltrato.
 “Una cosa es una corrección puntual y otra los malos tratos”
 “Confundir cachete con maltrato, por otra parte, es de mentes muy obtusas o muy retorcidas, que las hay.”
“Que digan lo que quieran, pero como último recuso, un par de buenas bofetadas a tiempo (no confundir con palizas sin motivo ni razón, por favor) son parte integral de la educación de cualquier niño.”LLORON
 Simplemente, me parece un burdo intento justificarse y de acallar su conciencia por pegar a sus hijos. Estamos ante un autoengaño tan descabellado, que no existe forma lógica de mantenerlo. El cachete jamás está justificado. La única diferencia entre el que da un cachete, el que da diez y el que da una paliza es la cuantía empleada. La desigualdad está en la cantidad, pero todo acto de violencia, por pequeño que le parezca a la persona que lo perpetra, es reprobable. No hay una diferencia cualitativa, sino cuantitativa.
 Cualquier actitud que no respete al niño como persona, es maltrato. Las palizas y violaciones son maltrato, esto parece que lo tenemos claro, pero también lo es el azote ocasional. Aparte de un abuso desequilibrado de poder del adulto sobre el niño, el cachete conlleva un desprecio y una falta de respeto hacia una persona que no puede defenderse. Por lo general, esta actitud no se limita exclusivamente al cachete, sino que se aprecia en otras situaciones de la vida cotidiana. Estos padres imponen qué y cuánto debe comer su hijo, cómo y cuándo debe dormir, deciden arbitrariamente lo que puede o no puede hacer sin tener un motivo de peso y todo esto denota una total falta de respeto a los procesos naturales del niño.
 Por lo tanto, el cachete es un signo más, dentro de una actitud generalizada de menosprecio hacia el niño. Y eso es maltrato.

-Por tu propio bien.
 “ ¡ Gracias mamá por no dejarme caer, por tu inflexibilidad en el bien y en el mal, y por corregirme adecuadamente a cachetazos !”
“¡¡Bendito cada coscorrón, tortazo y azote que me dieron en mi infancia!! porque (entre otras medidas educativas) me han forjado como el hombre que soy, no tengo trauma alguno por ello y en mi círculo de amigos conocidos ( entre los 40 y 50 años) a ninguno le pesan las tortas que recibieron ( la mayoría justificadamente)”
“recibí algunas nalgaditas, no considero a mis padres maltratadores, y puedo decir que gracias a ellos tengo la educación que tengo”
 “Por tu propio bien” es el título de uno de los libros de Alice Miller en el que expone con absoluta nitidez el sutil, pero cruel, mecanismo de la violencia en la infancia.
 Ya hemos explicado en entradas anteriores que, cuando somos pequeños, necesitamos a nuestros padres para que nos cuiden y nos protejan mientras no podemos valernos por nosotros mismos. Hacemos lo que sea para conseguir su atención y su cariño, incluso, si esto supone sacrificar partes de nosotros mismos. Como esto es muy duro de asumir, terminamos creyéndonos que nuestros padres nos pegan porque nos quieren y que lo hacen por nuestro propio bien.
 En estas condiciones, el niño reprime su creatividad, su libertad y se somete a la voluntad arbitraria de los padres (incluso en la edad adulta) sin cuestionarse ninguna de las órdenes. De esta forma, toda posibilidad de juicio o crítica ha sido eliminada bajo el yugo de la violencia, y la persona, crece pensando que se merece esos azotes.
 Con el paso de los años, cuando crezca y sea padre, este niño maltratado ya no recordará lo que tuvo que sacrificar en su infancia, sólo tendrá en su mente la idea que escuchó una y otra vez de sus padres “me duele a mí más que a ti… lo hago por tu propio bien… ya me lo agradecerás cuando seas mayor”. Estamos ante un verdadero caso de alienación en el que, incluso, la persona se creerá legitimada para aplicar el mismo sistema con sus hijos. Estará convencida de que es lo mejor para ellos y, además, deberán estarle agradecidos.
 Muchos de mis pacientes llegan a la consulta con ideas parecidas: “me pegaban porque era un bicho y me lo merecía” ó “me pegaban lo normal”. A medida que van avanzando en su terapia, descubren que no es normal y que ningún niño se merece que le peguen. Sus padres, simplemente, repetían sin cuestionarse el modelo educativo violento que habían recibido en su infancia.

-Pues a mí me pegaron y no tengo traumas ni soy violento.
 “La gran mayoría hemos crecido y cuando éramos chicos nos han dado un cachete cuando desobedecíamos o hacíamos algo malo, y yo no tengo ningún trauma ni ninguna de las personas que conozco tampoco, y son personas normales, no lo que hay hoy en día.”
 “Soy de la generación del 60, me han dado muchos azotes, y he tenido suerte porque a muchos otros les tocaban bastante más que azotes. Ninguno tenemos hoy traumas”
cachete Me viene a la mente el latinismo “Excusatio non petita, accusatio manifesta” o el “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Resulta curioso que lo primero que dicen todos los que recibieron azotes de pequeños es que no tienen traumas.
 Según dicen ellos, no son violentos con sus mujeres, ni con otros adultos, ni se rebelan contra la autoridad. De hecho, se presentan a sí mismas como personas educadas y normales. Sin embargo, defienden, sin cuestionarse la amoralidad que supone, la violencia que se ejerce sobre los más pequeños e indefensos.
 El mero hecho de justificar y repartir azotes a sus hijos ya indica que sí que están afectados por lo que sufrieron de pequeños. Creo que identifican “estar traumatizado” con el que, por ejemplo, tiene miedo al color negro porque le mordió un perro de ese color. Desconocen, que los efectos negativos de la infancia son mucho más profundos y sutiles de lo que ellos piensan. De hecho, si observamos desde fuera a estos padres, vemos que son personas reprimidas y represivas, con una gran carga de agresividad latente. Personas, que desconocen el diálogo y cuyas opiniones, siempre defendidas con vehemencia, son rígidas e inamovibles. No hay duda, todo estos signos nos muestran a personas muy traumatizadas.
 Obviamente, admitir que las cosas se pueden hacer de otra manera, implicaría asumir que sus padres no debieron pegarles y esto, supondría el derrumbe de todas las creencias que han mantenido a lo largo de su vida. Por ello, prefieren, repitiendo la misma violencia con sus hijos, no cuestionarse nada y seguir engañados.
 Las personas que exculpan los daños del cachete, lo defienden asegurando que ellas también fueron criados así. Esto, lo único que demuestra es que la violencia se transmite y se justifica de generación en generación de forma falaz y torticera. Como decía Mahatma Gandhi: “Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él”. Además, se demuestra claramente que la violencia engendra violencia. Y así, vemos como estos adultos “educados” que consideran normal pegar a un niño están repitiendo lo mismo que aprendieron cuando eran pequeños y recibían los azotes de sus padres, a saber: que el más fuerte impone su voluntad, que los conflictos se solucionan por la fuerza, que el débil no puede tener opinión y tiene que obedecer, etc.
 En fin, dice el refrán que “no hay más ciego que el que no quiere ver”.

- Te respeto y te quiero, pero te pego.
 “yo sufrí castigos físicos y educo a mis hijos con paciencia y amor, y algún coscorrón. Respeto tu opinión, es lo que me enseñaron mis padres entre algún coscorrón de vez en cuando.”
 “El equilibrio siempre. Si puedes dialogar, dialogas. Pero con un niño de 2 ó 3 años no se puede dialogar. Hay que transmitir el mensaje de quién manda, con firmeza pero con amor.
 “en mi caso, mis padres me enseñaron lo importante del cariño, el respeto, la atención, y también lo importante de una buenas hostia en su momento. 2 me hicieron falta, no más. Y no he salido tan mal.”
 ¿Cómo es posible reunir, en una misma frase, palabras como “paciencia”, “amor” y “algún coscorrón”? Sólo alguien muy cegado y con una visión muy limitada de la realidad, podría hacerlo.
 Si fueron criados de esa manera, es absolutamente normal que su percepción de la realidad esté distorsionada. El niño interioriza que la forma de mostrar el cariño incluye la violencia. Como no ha vivido otra realidad, no será capaz de cuestionarse si esa es la forma de criar con cariño y respeto. Cuando sea mayor y tenga hijos, los seguirá tratando de la misma manera, con paciencia, amor y algún coscorrón.
 Por definición, cualquier acto de violencia implica una falta de respeto hacia el otro. Los niños que son tratados de esta manera aprenden a no respetar a sus semejantes, tendrán más probabilidad de ser niños agresivos en el colegio y, cuando sean adultos, tendrán poca empatía y ningún respeto por sus compañeros o vecinos.
 Seguro que algún lector ya se habrá percatado de que esta unión del azote con el amor está detrás de todos los casos de violencia de género y de tantos asesinatos que aún seguimos sufriendo en nuestros días. De hecho, el discurso del maltratador es el mismo que el del padre que defiende el cachete: “lo hago porque te quiero”, “Me duele más a mí que a ti”, “¿No ves que es por tu bien?”. No sirven de nada las campañas de concienciación, ni los cursos de reeducación del maltratador si no se percatan ellos mismos de que su comportamiento es cruel y dañino. Si, de verdad, queremos cambiar esta tendencia destructiva, debemos hacer hincapié en la implantación de una educación respetuosa, apegada y sin violencia.

Excusas para pegar a mi hijo

por Ramón Soler

uakix.com/articulos



Como sobrevivir a la adolescencia de sus hijos







"Educar bien a los hijos consiste 
en hallar el equilibrio entre ser un sargento
 y la madre Teresa de Calcuta"



Hoy en día, los hijos entran en la pubertad más pronto que nunca, pero se van de casa más tarde. Este libro ayudará a la buena convivencia con estrategias de sentido común. Es un manual claro y realista, basado en las experiencias y conocimientos con los que cuenta el autor. Da consejos sobre los temas más delicados que deben afrontar los padres con hijos adolescentes: sexualidad, conductas de riesgo, desidia, problemas en el instituto y con los estudios, y muchos más. Contiene un gran número de recomendaciones prácticas para la supervivencia diaria, que nos ayudarán a: comunicarnos eficazmente con los adolescentes; evitar los conflictos familiares; fijar límites; acabar con el estrés de los padres y evitar discutir por detalles insignificantes.




LA REPRIMENDA : ¿COMO HACERLA?







Es llamativa la autoridad natural de quien rara vez se enfada. Suelen ser personas con una serenidad y un dominio de sí mismos que resultan atractivos e infunden respeto. Lo normal es que una reprimenda se pueda hacer estando de buenas, y en ello va gran parte de su eficacia.


Hay que tener sensibilidad para:
  • escoger el momento adecuado;
  • buscar unas circunstancias que no humillen;
  • procurar hablar a solas y estando de buen humor;
  • ponerse en su lugar;
  • dejarle una salida airosa;
  • saber intercalar unas palabras de afecto que alejen cualquier impresión de que se corrige por disgusto personal;
  • mostrar la convicción de que va a mejorar y corregir la conducta inadecuada.


La inoportunidad y la falta de diplomacia son errores graves. Nada conseguirá un padre o una madre que reprenda a sus hijos a gritos, dejándose llevar por el mal genio, amedrentando, imponiendo castigos precipitados, haciendo descalificaciones personales o enmiendas a la totalidad, o sacando trapos sucios y antiguas listas de agravios. Si no somos educados al corregir, no estamos educando.


Recuerdo el caso de un muchacho al que el miedo aterrador a sus padres llevó a una fabulosa sucesión de mentiras, tejiendo un verdadero castillo de naipes que acabó finalmente por caer, con un elevado coste familiar. El caso es que los motivos que el muchacho daba para haber hecho todo eso eran quizás injustificados, pero comprensibles. El mal genio de sus padres, los castigos irreflexivos y desproporcionados, y los repetidos disgustos familiares que cualquier tontería provocaban, acabaron por retraerle con un miedo que –para él, a esa edad– resultaba insuperable.


La versión de los padres era sobrecogedora y sin margen alguno para reconocer su propio error. Toda su existencia había sido un continuo querer llevar la razón y dejarse arrastrar por el mal genio y la amenaza, y en absoluto querían esforzarse por comprender a su hijo. No estaban acostumbrados a atenerse a razones y tuvo que encargarse el paso del tiempo –bastante tiempo– de hacérselo ver.


La vida les hizo sacar experiencia de lo conveniente que es facilitar la sinceridad si se quiere sinceridad, y de no escandalizarse tontamente por lo que ellos mismos habían propiciado. La precipitación al castigar produce injusticias que a los chicos les parecen tremendas. Es mejor tomarse el tiempo necesario para oír las dos campanas –o más, si es el caso–, conocer la fiabilidad de cada versión, cerciorarse de la culpabilidad de cada uno, y entonces, ya serenos y con elementos de juicio, decidir lo más oportuno.


Y hay otro elemental principio jurídico, que ya recogía el Derecho Romano y bien puede aplicable al entorno familiar: No se puede juzgar a nadie sin haberle antes escuchado. A pesar de lo evidente que resulta y de lo antiguo de su origen, se olvida con frecuencia.

LA REPRIMENDA : ¿COMO HACERLA?


10 consejos al adolescente que no le enseñarán en la escuela







1. La vida no es justa. Acostúmbrate. El adolescente normal pasa el día diciendo y quejándose: "No es justo".
  
2. El  mundo no se preocupará tanto por tu autoestima como lo hace tu escuela.
  
3. Lo lamento. No ganarás medio millón de euros al año tan pronto salgas de la escuela, y no serás vicepresidente de la compañía, puede que hasta tengas que usar un uniforme de obrero.
  
4. Si piensas que tus maestros son duros, espera a tener un jefe.
  
5. Cocinar, preparar hamburguesas por ejemplo,  no está por debajo de tu dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para preparar hamburguesas. Lo llamaban "Oportunidad".
  
6. No es culpa de tus padres si te equivocas. Tú eres responsable. Recuerda que dijiste: "Es mi vida"  y "Tú no me mandas".
  
7. Antes de que nacieras tus padres no eran aburridos. Se volvieron más serios al solventar sus responsabilidades, como por ejemplo pagar recibos y al escucharte a ti.
  
8. La vida no está dividida en semestres. Y no tendrás vacaciones en el verano. Ni siquiera un descanso en la primavera. En el trabajo, esperarán que te presentes ocho horas cada día… Durante años.
  
9. El fumar no hace que te veas súper. Mira a un niño de 11 años con un cigarrillo en la boca. Así te ves tú para cualquier persona mayor de 20 años.
  
10. Tu escuela puede estar "basada en resultados visibles", pero la vida no lo está. En algunas escuelas te dan tantas oportunidades como necesites para poner la respuesta y para presentar exámenes. Los estándares están fijados bastante bajos para que casi todos puedan cumplirlos. Esto, por supuesto no se parece para nada a la verdadera vida, como pronto lo descubrirás. 




Adolescencia y rendimiento académico








La adolescencia es un periodo de la vida que oscila entre la niñez y la adultez, y cuya duración e incluso existencia han sido discutidas y definidas como "Epoca de Crisis".

Las exigencias parentales irrazonables en cosas que no tienen, a veces importancia, pueden conducir a problemas más graves; tal es el caso en relación a la vestimenta, el largo del pelo y el peinado, el cuarto sucio y la casa en desorden, la música ensordecedora, el uso del teléfono, el levantarse por la mañana, las peleas entre hermanos, etcétera. Si bien algunas de estas situaciones suelen no ser graves, no podemos decir lo mismo cuando se trata del rendimiento académico, ya que cuando un adolescente manifiesta "mal" rendimiento o "bajo" rendimiento los padres se molestan o se asustan y los educadores se sienten amenazados.

Es importante que los padres se lo tomen en serio, pero sin mostrar reacciones exageradas, ya que esto último puede hacer que el problema empeore.

La lista de posibles causas es larguísima; tenemos entonces que van desde las personales a las no personales y que involucran tanto lo familiar como lo educativo y lo social, encontrando que en la mayoría de los casos las causas suelen ser mixtas, es decir tanto personales como no personales, lo que hace necesario que ante un adolescente (o niño) que no rinde adecuadamente se tenga que hacer una valoración muy cuidadosa que nos lleve a identificar las mencionadas causas y así tener la posibilidad de poder manejarlas más adecuadamente y resolverlas para evitar la complicación más lamentable en estos casos: el fracaso escolar.

Lamentablemente es común que haya una "complicidad en el anonimato", pues nos -culpamos- unos a otros, y el adolescente dirá que no rinde porque "las clases son aburridas", "el maestro no enseña bien", etcétera, el maestro culparía a los padres porque no supervisan al hijo, el padre que trabaja todo el día dirá que eso le corresponde a la madre y ésta a su vez dirá que es el chico quien "no cumple con sus obligaciones", y así sucesivamente.

Es evidente que no se trata de buscar culpables, más bien se trata de asumir cada uno responsabilidades y de esa manera participar en la solución, ya que este problema requiere no sólo de un abordaje desde el punto de vista de psiquiatría infantil, sino también desde el punto de vista de lo familiar, lo educativo y lo social, pues no hay que olvidar que cuando el adolescente está pasando por una situación emocional o de tensión le es difícil o imposible expresarlo y posiblemente no sirva de nada que los padres le pregunten cuál es el problema.

En resumen, muchas veces no es algo que se pueda resolver con el método de "Hágalo usted mismo", y en general el problema no desaparecerá por sí solo, sino que tenderá a empeorar.

Si su hija o hijo tienen un bajo rendimiento académico o bien una disminución brusca del mismo, póngase en contacto con el psiquiatra de niños y adolescentes, el psicólogo de niños, o el asistente social de su escuela, en todo caso ese puede ser un buen comienzo.



Dr. Arturo Soria Magaña* 

* Jefe del Servicio de Medicina del Adolescente





NACIDOS EN LOS 60 Y LOS 70

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Si Ud. es padre de familia perteneciente a estás decádas estará ya muy cerca de los cincuenta años o bordeando los cuarenta. Para un adolescente eso es incalculable y lejano , al punto que a los de 20 o más les dicen "viejos".


Decía el Profesor Emilio Tenti de la Universidad de Buenos Aires, que los dramáticos "cambios en la demografía, la morfología y la cultura de las nuevas generaciones pone en crisis la oferta tradicional de educación escolar" (CULTURA JUVENIL Y CULTURA ESCOLAR) en el mismo sentido cabe preguntarse si lo que se ofrece como educación en la mayoría de los establecimiento educativos es lo que los jóvenes desearían aprender o reforzar para asentar "lo que ya traen puesto" en razón a ser precisamente contemporáneos de todos los avances tecnológicos .


Eso desde luego merece un muchos artículos más, en líneas generales podemos afirmar que educar a los jóvenes es escucharlos para reconocer sus intereses y aspiraciones de cuya conjunción resulta la mejor disposición al aprendizaje (ver ¿Y cuándo vamos a escuchar a los jóvenes?), están destinados al fracaso todo intento en contrario.


Hasta hace muy poco , algunos estábamos acostumbrados a comparar "la educación de antes" con la de ahora y con terrible miopía para distinguir el tema, juzgábamos con insatisfacción la educación de nuestros hijos. Como si nada hubiera cambiado.


El hecho es que en los sesenta y lo setenta no imaginábamos lo que sería estos días. Si antes se podía llevar música a todas partes cargando el tocadisco "portátil" y una colección de discos de vinilo, hoy podemos llevar cientos de canciones en un dispositivo USB con sonido digital en el bolsillo de la camisa.


Pero sin duda, los que más puede preocuparnos es el clima de violencia que se vive entre los propios jóvenes , sus diferencias no admiten debate o confrontación de ideas, simplemente se reducen al enfrentamiento físico, a la agresión tumultuosa. Seres humanos en ebullición parecen verdaderas tribus regresionando a nuestras más primitivas raíces.


La Educación del futuro , del presente o de siempre, tiene que encargarse de formar seres humanos capaces de convivir en el mismo espacio geográfico y social, dotarlos de capacidades y habilidades para la tolerancia y la aceptación de diferencias y disimilitudes, y esta tarea supera el inútil debate de si la escuela o la familia es la encargada de formar en valores (frase tan desgastada y por tanto de uso inútil).


Los jóvenes de hoy serán adultos mañana y educarán en casa según lo aprendido en la escuela, así que tengamos en cuenta que : buenos estudiantes=buenos hijos que luego serán buenos padres para formar buena familia. Precisamente el binomio escuela familia constituye el elemento de contingencia más importante frente a estas manifestaciones de ruptura social entre grupos etarios.




padresporlaeducacion.blogspot.com 

 22 DE FEBRERO DE 2009



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