jueves

Yo no quiero ser supermamá

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Oigo un anuncio publicitario de una marca de zumos que habla de las mamás Juver. Unas superwoman que nunca se cansan y siempre aciertan. Pues, señores de Juver, gracias por el intento de halagarnos a las mamás, pero conmigo no cuenten. Yo no quiero ser una supermamá. Prefiero el papel que se asigna a los papás, con derecho a estar cansados, a enfadarse, a olvidarse de darles la medicina y a desertar de las obligaciones en momentos puntuales.


Se nos ha vendido a las mujeres la patraña de que tenemos que ser perfectas en esto de ser mamás, pero no es cierto. Siempre dispuestas a leer un cuento por cansadas que estemos, a dar la crema después del baño, como si nos encantara enbadurnarnos las manos mientras perseguimos niños por los pasillos. Dispuestas y contentas de tener que ceder todas nuestras aficiones y aspiraciones frente a los deseos (o caprichos) de nuestros vástagos. Pacientes hasta el infinito. Irresistibles al agotamiento tras jornadas de trabajo que se prolongan infinitamente en casa. Ordenadores humanos que registran las citas con el médico, los días de matrícula, o que hace falta comprar unos zapatos. Y son muchos los mensajes que se difunden viralmente a través de internet ensalzando a esas madres amorosas que se entregan al cien por cien por sus hijos.


No, yo no soy de ésas. Yo creo que es mejor enseñar a los hijos a ceder y a frustrarse que darles siempre todo. Creo que es mejor que los hijos conozcan las limitaciones de sus madres, tan humanas, y aprendan de ellas. Estoy convencida de que transmite el mismo o más amor una madre realizada que una persona eternamente frustrada para poder complacer a los demás. Y, sobre todo, estoy harta de que con el pretendido empeño de halagar, se fomenten relaciones de deisgualdad en el seno familiar.


No, yo no soy una supermamá y no quiero serlo. Quiero ser una madre de carne y hueso. Y sobre todo, quiero ser una mujer. Que, además de madre, es esposa, periodista, amiga, pensadora (en el sentido más humilde y más universal de la palabra), ciudadana y disfrutadora de la vida.


Y si hay hijos tan egoístas como para no entenderlo y agradecerlo, es que no se merecen a la supermadre que tienen, aunque no responda a los cánones de Juver.


Yo no quiero ser supermamá

Por Mª Ángeles López RomeroHome




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